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Agricultura

La Agricultura Climáticamente Inteligente en América Latina

La Agricultura Climáticamente Inteligente en América Latina

Un estudio reciente del BID, disponible aquí, sintetiza la evidencia empírica existente sobre numerosas prácticas agrícolas que proponen aumentar la productividad de los cultivos y reducir su variabilidad mejorando la calidad del suelo, aumentando la eficiencia del uso de agua y reduciendo la erosión del agua y del suelo. Estas prácticas aumentan con frecuencia la fijación de carbono en los suelos, contribuyendo por lo tanto a la mitigación del cambio climático.

La FAO ha denominado a este conjunto de métodos y teorías como "Prácticas de Agricultura Climáticamente Inteligente" (CSA por sus siglas en inglés), debido a las ventajas en materia de mayor productividad, mayor resistencia a las condiciones meteorológicas extremas y a su potencial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

El análisis tiene en cuenta cuatro categorías amplias de prácticas CSA: 

  1. Agricultura de conservación (mínima perturbación del suelo junto con cobertura permanente del suelo y rotaciones de las cosechas);
  2. Irrigación;
  3. Agrosilvicultura;
  4. Estructuras de conservación de suelo. 

Se presenta evidencia empírica sobre las ventajas, los costos y las barreras a su adopción, seguida por una discusión acerca de las implicaciones de diseñar evaluaciones de impacto, dadas las características únicas de cada conjunto de prácticas. 

El análisis también tiene en cuenta la evidencia sobre dos posibles mecanismos de política para aumentar la adopción de prácticas de CSA: los programas del tipo “pago por servicios medioambientales” y el seguro de agricultura.

El estudio capta el hecho de que la evidencia empírica disponible está muy concentrada en México y en Brasil, y en menor medida en Argentina y en Chile, con mucha menos evidencia empírica sobre las ventajas y costos de las prácticas CSA en América Central y en el Caribe en particular. 

Aunque la información es algo limitada, la evidencia sugiere que en la mayoría de los países hay actualmente una adopción limitada de prácticas CSA, a pesar del hecho de que los pequeños propietarios son vulnerables a las inundaciones, sequías y temperaturas nocturnas extremas.  Pero el tamaño de las ventajas y los costos de diversas prácticas CSA varían dependiendo de condiciones subyacentes agroecológicas y socioeconómicas, haciendo difícil, por ejemplo, extrapolar la evidencia de México y Brasil a otros países latinoamericanos. 

Para ayudar a llenar los vacíos de conocimiento y generar la información necesaria para priorizar las acciones de adaptación, el estudio destaca algunas características importantes de prácticas de CSA y de mecanismos potenciales de las políticas que hay que incorporar al diseño de las evaluaciones de impacto. 

En concreto, la evidencia sugiere que las mejoras en las cosechas medias podrían tardar muchos años en materializarse; sin embargo se podrían esperar ventajas a más corto plazo en términos de menor variabilidad de cosechas.  Esto último supone desafíos interesantes en cuanto a la evaluación de impacto, dado que muchas metodologías pueden recuperar impactos “medios”, pero no son necesariamente adecuados para recuperar impactos en, digamos, variabilidad de cosechas o exposición a pérdidas por bajas cosechas.

Fuente: http://blogs.iadb.org/desarrolloefectivo/2014/06/17/practicamos-agricultura-climaticamente-inteligente/

 

 

 

 

 

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Actualizado por última vez el hace 1210 días por Verónica Gutman