Durante la primera semana de octubre, se llevó a cabo en Panamá la última de las sesiones preparatorias dirigidas a facilitar el proceso de negociación en la Conferencia de las Partes que se realizará en Durban, Sudáfrica, del 28 de noviembre al 9 de diciembre de 2011.
Aunque el objetivo de redactar textos que apoyaran las decisiones que se discutirán luego en Durban se cumplió al menos parcialmente, no es ese el principal obstáculo que hay que enfrentar para resolver las cuestiones centrales pendientes sobre el futuro del régimen climático global.
Tal como apuntara Christiana Figueres, la Secretaria Ejecutiva de la Convención, en Durban deberá resolverse, entre otras, la cuestión aún abierta sobre el futuro del Protocolo de Kioto, y lo que esto implica en términos de un futuro acuerdo climático global, así como, en particular, respecto de la continuidad del Mecanismo para el Desarrollo Limpio (MDL) como fuente de recursos nuevos y adicionales para proyectos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en los países en desarrollo.
Las negociaciones se desenvuelven en al menos tres planos, el legal de los textos que se va acordando laboriosamente, con una lentitud que guarda a veces poca relación con la urgencia de las cuestiones en juego y con la retórica de las declaraciones de los líderes políticos. El segundo plano, de la máxima jerarquía, es el de los acuerdos políticos, para lo cual aquellos textos son necesarios, pero insuficientes si no hay voluntad política de acordar. El tercer plano es de las tendencias del crecimiento de las emisiones en una economía global que claramente tiene dos velocidades.
Un ejemplo de esta condición meta-lingüística de la negociación es la cuestión en torno al futuro del Protocolo de Kioto y de sus mecanismos, incluido el Mecanismo de Desarrollo Limpio.
Como ya informáramos en un boletín anterior, Brasil, China, India y Sudáfrica han ratificado que Durban debe incluir entre sus ejes principales el acuerdo en torno a un segundo periodo de compromiso del Protocolo de Kioto. Los países en desarrollo participan de esta visión pero la voz de las grandes economías emergentes tiene hoy una resonancia especial.
Mientras la recesión y la crisis de la deuda dan respiro temporario al aumento de las emisiones de los países desarrollados, también tienden a decaer allí las inversiones en energía limpias. Por el contrario, las mayores economías emergentes, que motorizaron la expansión de la economía global, aún siguen creciendo, aunque a tasas relativamente menores, y con ello también aumentan sus emisiones de gases de efecto invernadero.
En el 2010, por ejemplo, mientras el 40% de las emisiones tenía su origen en los países de la OCDE, los países que no pertenecen a ese grupo, liderados por China y la India, contribuían con el 75% del total del aumento de las emisiones entre 2009 y 2010.
Como la economía mundial marcha a dos velocidades diferentes, esta realidad hace el contexto de la negociación más difícil, y el desafío político de lograr coaliciones estables que fundamente los acuerdos más complejo.
En ausencia de un acuerdo sustantivo sobre el futuro del Protocolo de Kioto y de una definición sobre su segundo período de compromiso, la Secretaria Ejecutiva de la Convención indicó que una de las vías posibles sería “requerir de arreglos provisionales inmediatos que salvaguarden la integridad ambiental y aseguren la continuidad del régimen” mientras se elabora y acuerda una solución de largo plazo. En esa dirección, durante las sesiones la Unión Europea ha confirmado que continuará la demanda de reducciones de emisiones certificadas provenientes del MDL, pues el sistema europeo de comercio de emisiones prolonga su vigencia con independencia del establecimiento de un segundo período de compromiso del Protocolo de Kioto.
Sin embargo, en esta última sesión en Panamá, los países del G77/China indicaron que el Protocolo de Kioto es la piedra basal del régimen climático y que el establecimiento de metas para el segundo período de compromiso es un requerimiento esencial para Durban, al tiempo que algunos países de la región, como Brasil, Bolivia, y Venezuela, destacaron que no podría pensarse en la continuidad del MDL en ausencia de compromisos vinculantes de reducción de emisiones por parte de los países desarrollados.
Esta tensión dinámica sobre un segundo período de compromiso del PK define el rasgo central de la próxima conferencia y, al tiempo que difumina la evolución en materia de financiamiento, REDD y otras cuestiones, prolonga la incertidumbre que ha condicionado el comportamiento de los mercados de carbono en estos últimos tiempos.
Como contrapartida, se registra un creciente espíritu innovador, casi schumpeteriano, que pretende aprovechar los beneficios de liderar las transformaciones hacia una economía baja en emisiones.