La innovación en materia de tecnología energética es esencial para alcanzar los objetivos de mitigación del cambio climático, respaldando al mismo tiempo los objetivos de seguridad económica y energética. En última instancia, implementar tecnologías rentables y fiables es lo que hará posible la transformación del sistema energético. La dependencia continua de los combustibles fósiles y tendencias recientes, como las inesperadas fluctuaciones del mercado energético, refuerzan el papel de los gobiernos, tanto individual como colectivamente, a la hora de incentivar medidas específicas que aseguren que los recursos están óptimamente dedicados a acelerar el avance en este campo. Establecer políticas y estructuras de mercado que apoyen la innovación e inspiren confianza a los inversores a largo plazo es en este sentido una tarea prioritaria.