La humanidad constituye la mayor influencia sobre el cambio climático global observado en los últimos 50 años. Una rápida respuesta de la sociedad, a escala global, puede disminuir significativamente los efectos negativos del cambio climático.
Aunque usualmente, cuando se hace referencia a la acción climática, se suele pensar preferentemente en la adaptación y la mitigación, aquella es ciertamente más amplia y abarcadora.
En efecto, la acción climática incluye también los esfuerzos complementarios que se llevan a cabo para ampliar los medios de aplicación (principalmente, financiamiento, desarrollo y transferencia de tecnología y fomento de capacidades), pero también comprende, entre otras, las actividades dirigidas a la concienciación respecto de las cuestiones relativas al cambio climático, la generación y la diseminación de conocimiento e información para la toma de decisiones de múltiples decisores a diferentes niveles, la observación científica sistemática, y, también los esfuerzos dedicados a la coordinación de estos diversos planos de la acción climática.
La acción para enfrentar el cambio climático es muy diversa y se lleva adelante a múltiples niveles jurisdiccionales. Los gobiernos nacionales, las regiones, las ciudades, los grupos sociales, las empresas, las familias y los individuos se involucran en el desafío de reforzar la resiliencia frente al cambio climático y, a la vez, mitigarlo, al reducir emisiones de gases de efecto invernadero.
En la Cumbre del Clima 2014, que reflexionara sobre la acción catalizadora para enfrentar el cambio climático, se identificaron ocho ámbitos de acción en los sería preciso que los actores claves (los gobiernos, la sociedad civil, las corporaciones y el sector privado en general, la banca) se comprometieran firmemente a tomar medidas en determinadas áreas críticas para evitar que la temperatura global suba más de dos grados centrígrados. Esos ámbitos de acción que se priorizan desde la perspectiva de la mitigación son los siguientes: agricultura, ciudades, energía, bosques, transporte y contaminantes. Al mismo tiempo también se considera prioritaria el llevar adelante acciones de materia de financiamiento y, en el campo de la adaptación, desarrollar esfuerzos para mejorar la resiliencia de los sistemas a los impactos del cambio climático.
El decisivo mensaje de la ciencia a los políticos, a los actores económicos y a la sociedad en general, condensado por el IPCC en su Quinto Informe de Evaluación, es que para evitar la interferencia antropógena peligrosa con el sistema climático es necesario desplazarse urgentemente desde la situación de seguir haciendo lo mismo (business as usual, según la difundida expresión en inglés), inercial, o simplemente tendencial.
En esta dirección, pues, los escenarios posibles son: seguir haciendo lo mismo (las emisiones siguen creciendo a las mismas tasas o se reducen algo debido al cambio tecnológico); alguna mitigación; una mitigación sustantiva; o transformaciones profundas que conducen a la plena des-carbonización.
En el primer escenario, con aumentos de temperatura que podrían exceder los 4º C respecto de las emisiones en la era pre-industrial, la sociedad y las actividades económicas serían afectadas por impactos del cambio climático que serían cada vez más severos y con un costo social y económico mayor. En el otro extremo, en el escenario de mitigación agresiva que conduce eventualmente a una situación de carbono neutralidad -esto es, emisiones netas tendientes a cero-, la sociedad y las actividades económicas serían afectadas por el cambio en las políticas y las consecuencias de las transformaciones que esas políticas pongan en marcha.
Para evitar los impactos más deletéreos del cambio climático, la sociedad necesitará, pues, tanto poner en marcha acciones de mitigación, como adaptarse a él, ejecutando acciones para mejorar la capacidad de adaptación.
Sin embargo, entre las acciones de mitigación y las de adaptación existen unas sinergias y una complementariedad intrínsicas aunque no siempre evidentes: incrementando los esfuerzos de mitigación presentes, habrá menos necesidades de adaptación en el futuro. Este quid pro quo no siempre es sencillo de evaluar y puede resultar políticamente complejo.
Por lo demás, no existe una única senda para estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera en un determinado nivel. En cada caso, la trayectoria de desarrollo sostenible de una sociedad, con sus circunstancias nacionales definidas por sus singularidades socioeconómicas, políticas, culturales y tecnológicas, facilitará o restringirá las posibilidades de mitigación.
A la luz del Acuerdo de París, los países, las juriscciones sub-nacionales y los sectores económicos deberán explorar cuidadosamente sus alternativas, los costos y eneficios de las opciones de que disponen y avanzar decididamente en una respuesta coordinada, eficiente y equitativa para enfrentar el cambio climático, basada centralmente en la acción.
Las observaciones científicas que se realizan en todo el mundo muestran con claridad que el cambio climático está ya ocurriendo, y las rigurosas investigaciones que se llevan a cabo en diferentes regiones demuestran además que los gases de efecto invernadero emitidos por las actividades humanas son el impulsor primario del calentamiento global que está en curso.[1]
Estas conclusiones están basadas en múltiples e independientes líneas de evidencia y las afirmaciones en contrario que se hagan son inconsistentes con una evaluación objetiva del vasto cuerpo de investigación científica existente -revisada por pares- que, además, se sigue expandiendo incesantemente.
Más aún, hay evidencia robusta que el cambio climático ya está ocurriendo y tendrá impactos extendidos sobre la sociedad, incluyendo sobre la economía global y sobre el ambiente.
Los impactos del cambio climático son diversos y severos, e incluyen, entre otros, las amenazas de eventos climáticos extremos, la elevación del nivel del mar, el riesgo de una mayor escasez de agua a escala regional y también de sequías extendidas, olas de calor en los vastos y crecientes asentamientos urbanos del planeta, incendios, inundaciones, y perturbaciones en los ecosistemas y pérdida de especies. Se anticipa que habrá de aumentar significativamente la severidad de los impactos del cambio climático en los próximos años y décadas.
En su Quinto Informe de Evaluación, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), afirma que las actividades humanas, en particular mediante las emisiones de dióxido de carbono, están causando una elevación sostenida e inequívoca de las temperaturas globales. A pesar de una reciente disminución en la tasa de aumento de la temperatura, atribuible a diversas causas, el panorama general es de un incremento continuado del calentamiento global.[2]
Ese incremento de las temperaturas globales ocasiona cambios y perturbaciones en todas las regiones geográficas: la atmósfera y los oceános se calientan, la extensión y el volumen de las nieves y hielos permanentes se reduce, el nivel de los mares se eleva y los patrones climáticos cambian. Muchos de estos cambios no tienen precedentes en escalas decadales o, incluso, milenarias. El IPCC agrega que cuanto más provoca la humanidad disrupciones en el sistema climático, más nos arriesgamos a que haya impactos severos, extendidos e irreversibles.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo sostiene que no hay país en el mundo que no haya experimentado ya los dramáticos efectos del cambio climático. Las emisiones de gases de efecto invernadero continuaban aumentando y hoy son un 50 por ciento superiores a los niveles de 1990. Además, el calentamiento global está provocando perturbaciones y cambios permanentes en el sistema climático, cuyas consecuencias pueden ser irreversibles, si no se toman medidas urgentes. Las pérdidas anuales promedio causadas solo por terremotos, tsunamis, ciclones tropicales e inundaciones, señala el PNUD alcanzan los cientos de miles de millones de dólares y exigen inversiones de unos US$ 6.000 millones anuales solo en gestión del riesgo de desastres.
La región de América Latina y el Caribe, según los estudios llevados adelante por la CEPAL “es especialmente vulnerable a los efectos del cambio climático debido a su situación geográfica y climática, su condición socioeconómica y demográfica y la alta sensibilidad al clima de sus activos naturales, como los bosques y la biodiversidad. Según estimaciones realizadas, con un alto nivel de incertidumbre, porque incluyen solo algunos sectores y no incorporan todos los efectos potenciales o los procesos de retroalimentación o de adaptación, los costos económicos del cambio climático en América Latina y el Caribe a 2050 se sitúan entre el 1,5% y el 5% del PIB regional.” [3]
Ya en el año 2005 las academias de ciencias de 11 países afirmaban conjuntamente que “El entendimiento científico del cambio climático es hoy suficientemente claro para justificar que las naciones ejecuten acciones inmediatas. Es vital que todas las naciones identifiquen pasos costo-efectivos, que pueden tomar ya, para contribuir lograr reducciones sustantivas y a largo plazo en las emisiones globales netas de gases de efecto invernadero.” [4]
Según el IPCC, la adaptación y la mitigación constituyen estrategias complementarias para reducir y gestionar los riesgos del cambio climático. Lograr reducciones de emisiones en las próximas décadas -que sean sustantivas- puede disminuir los riesgos para la humanidad en el siglo veintiuno y más allá, mejorar las perspectivas para una más efectiva adaptación a los impactos, atenuar los costos y los desafíos que pueda suponer la mitigación en el más largo plazo y contribuir también a evolucionar por senderos de desarrollo sostenible que sean a la vez resilientes al cambio climático.[5]
Asimismo, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), también conocidos como Objetivos Mundiales, aprobados por los estados miembros de las Naciones Unidas en el año 2015, que son un llamado universal a la adopción de medidas para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad, también incluyen como uno de sus diecisiete objetivos, el número 13, la acción por el clima.[6]
Allí se sostiene que es necesario apoyar a las regiones más vulnerables -como los países sin litoral, los países menos desarrollados y los Estados insulares- a adaptarse al cambio climático, y que esa asistencia debe ir de la mano con los esfuerzos destinados a integrar las medidas de reducción del riesgo de desastres en las políticas y estrategias nacionales. Para este Objetivo 13 se entiende que con voluntad política y un amplio abanico de medidas tecnológicas, aún es posible limitar el aumento de la temperatura media global a menos de 2°C respecto de los niveles pre-industriales. Para lograrlo, se requieren acciones colectivas urgentes. De hecho numerosos analistas que el cambi climático es, esencialmente, un problema de acción colectiva global que sólo puede resolverse mediante la cooperación a escala internacional.
[1] Un documento de trabajo relativamente reciente (2013), luego de revisar 11,944 publicaciones científicas entre 1991 y 2011, concluye que el 97.1% del total endosaba el consenso científico respecto de la tesis que las actividades humanas eran la causa del calentamiento global. Ese documento es: “Quantifying the consensus on anthropogenic global warming in the scientific literature.” Sus autores son Cook, J., Nuccitelli, D., Green, S., Richardson, M., Winkler, B., Painting, R., Way, R., Jacobs, P. y Skuce, A., 2013. Environ. Res. Lett. 8 (2013) 024024 (7pp) Ver en: doi:10.1088/17489326/8/2/024024
[2] IPCC, 2014. Cambio climático 2014: Informe de síntesis. Contribución de los Grupos de trabajo I, II y III al Quinto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático [Equipo principal de redacción, R.K. Pachauri y L.A. Meyer (eds.)]. IPCC, Ginebra, Suiza, 157 págs..
[3] CEPAL, 2015. La economía del cambio climático en América Latina y el Caribe: Paradojas y desafíos del desarrollo sostenible. Naciones Unidas. LC/G.2624
[4] Academias de Ciencias de Brasil, Canada, China, Francia, Alemania, India, Italia, Japón, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos, 2005. Joint science academies’ statement: Global response to climate change.
[5] IPCC, 2014: Climate Change 2014: Synthesis Report. Contribution of Working Groups I, II and III to the Fifth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change [Core Writing Team, R.K. Pachauri and L.A. Meyer (eds.)]. IPCC, Geneva, Switzerland, 151 pp.
[6] Ver en: http://www.un.org/sustainabledevelopment/es/