Por Hernán Carlino
Especialista en Política Climática
Investigador del Centro de Estudios en Cambio Climático Global - ITDT
El 4 de mayo último, al mediodía, la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera alcanzó las 400 partes por millón (ppm), medida en el Observatorio de Mauna Loa en Hawai. El promedio durante ese día fue de 399,7 ppm y, luego, el 9 de mayo, también el promedio diario superó la barrera de las 400 ppm.
Se trata del nivel más alto alcanzado desde el Pleistoceno, es decir, desde hace alrededor de 4 millones de años. Las actividades humanas están creando pues las condiciones para que el cambio climático acentúe sus efectos adversos.
El registro alcanzado indica pues que se superó un límite que representa algo más que una barrera simbólica, un icono de la negociación internacional en cambio climático, en torno a la cual se cifraban las esperanzas que la acción colectiva consiguiera evitar que fuera traspasada.
Sin embargo, eso que se esperaba que no sucediera, ya ha sucedido, lo que pone de manifiesto que los esfuerzos colectivos que se desarrollaron en los últimos 20 años para enfrentar el cambio climático no han sido suficientemente eficaces para evitar el crecimiento de las emisiones. También que no ha habido suficiente visión, altruismo y sentido de la responsabilidad por parte de los que disponen de más recursos -humanos, tecnológicos, y de capital- para liderar las acciones para enfrentar el cambio climático y preservar las condiciones de vida en el planeta, para estas y las futuras generaciones.
Ya había habido algunos registros superiores a las 400 ppm, por ejemplo en el Océano Ártico, en mayo de 2012, pero se trataba de registros estacionales. La medición de CO2 en Mauna Loa, que la National Oceanic and Atmospheric Administration de los Estados Unidos viene practicando regularmente desde 1958, constituye el estándar para las mediciones de dióxido de carbono en la atmósfera, ya que se realizan en condiciones excepcionales, pues Hawai se halla alejado de las grandes concentraciones poblacionales en el planeta.
Es de esperar que este proceso actual de negociación sobre un nuevo protocolo, que se acordaría en 2015, y entraría en vigor en el 2020, y que obligaría a todos los países a emprender acciones contra el cambio climático, haga posible establecer mecanismos para que la mitigación del cambio climático se lleve a cabo con la mayor premura y de manera eficiente y equitativa.
Para lograrlo, y debido a la intensidad de las transformaciones que hay que poner en marcha, deberán utilizarse todos los instrumentos disponibles por el hombre y movilizar recursos dirigidos a alcanzar un desarrollo bajo en emisiones y resistente al cambio climático.
En ese contexto, el financiamiento climático y los instrumentos económicos para estimular las transformaciones pueden jugar un papel fundamental.
Más información en el Earth System Research Laboratory - National Oceanic & Atmospheric Administration: http://www.esrl.noaa.gov/gmd/ccgg/trends/weekly.html